En Efesios 5:18, el apóstol Pablo hace una comparación entre el efecto del alcohol y el efecto del Espíritu Santo. Una persona que se embriaga con vino (alcohol) será controlada en todas las áreas de su vida. La persona pierde de sí misma y es el alcohol quién controla sus acciones. El producto de ser controlado por el alcohol es el descontrol y la contienda (disolución). Como contraste, aquella persona que es controlada, "embriagada", o saturada del Espíritu Santo será una persona que dejará de ser su carne y será entonces el Espíritu Santo quién controle su vida. A diferencia de los resultados que produce el alcohol, el creyente que es lleno del Espíritu será un creyente en victoria, de santidad y servirá de edificación a la obra de la iglesia. |